A un año de María

A un año de MaríaMaría, el devastador huracán que entró a Puerto Rico el miércoles 20 de septiembre a las 6:15 de la mañana por el municipio de Yabucoa y salió en horas del mediodía por la zona del Islote, entre Arecibo y Barceloneta, es según la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) el quinto ciclón más potente que azota territorio de los Estados Unidos.

El fenómeno entró y salió de la isla como un huracán categoría cuatro con vientos de 155 millas por hora, pero sus vientos se sintieron como uno de categoría cinco en algunos municipios de Puerto Rico, según el informe final del Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés).

María fue el huracán más fuerte en tocar tierra en la historia de Puerto desde San Felipe en 1928.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) estima que los daños causados por el fenómeno en Puerto Rico y las Islas Vírgenes se calcula en $90,000 millones, lo que convierte a María en el tercer huracán más costoso en la historia de Estados Unidos, luego de Katrina (2005) y Harvey (2017).

La cantidad de lluvia que dejó María fue extrema en un periodo corto de tiempo, las descargas de los ríos en la isla alcanzaron niveles que rompieron récord. La marejada ciclónica causada por María tuvo un máximo de seis a nueve pies justo al norte de donde tocó tierra, cerca de la costa de Humacao, Naguabo y Ceiba.

A un año de MaríaUn país destruido

María destruyó por completo la red eléctrica de la isla, el 100% de los abonados de la Autoridad de Energía Eléctrica se quedó sin el servicio. Las redes de comunicación estaban paralizadas en toda la isla; el 95.2 % de las redes celulares se redujeron, y 48 de las 78 redes de la isla no funcionaron. Sólo una estación de radio, permaneció en el aire antes y después de la tormenta.

La destrucción generalizada de la propiedad ocurrió a lo largo y ancho de la isla. Al día de hoy no se ha hecho un estimado certero de los daños a la infraestructura. El costo social y económico es incalculable.

Un año después todavía hay personas sin energía eléctrica ni agua potable, hay postes del alumbrado eléctrico en el piso y miles de puertorriqueños hacen malabares para recomponer su vida, en plena temporada de huracanes.

El país se levantó por la gestión de las comunidades que decidieron no esperar por las escasas ayudas del Estado. La ayuda de los alcaldes fue mucho más diligente.

Los estragos en Mayagüez

En Mayagüez, el censo municipal confirma que unas cinco mil casas sufrieron daños, tres mil de estas con pérdida parcial o total del techo.

En las montañas se produjeron múltiples deslizamientos de terreno. También se deterioraron casi todas las carreteras estatales y municipales, mientras en la carretera 106 se hundieron dos casas de cemento. El río Yagüez se salió de su cauce en el sector Balboa, y el río Guanajibo también.

El área del Litoral, sufrió daños, al igual que la barriada El Maní, donde múltiples hogares sucumbieron ante el paso de la tormenta. Allí una residencia colapsó al igual que la carretera PR-64 en ese sector.

Durante la emergencia, el municipio hizo malabares para socorrer a las más de 700 personas que llegaron al único refugio en la ciudad, localizado en el Palacio de Recreación y Deportes. Entre ellos, decenas de encamados, personas sin hogar y hasta personas con mascotas.

A un año de María El Centro Médico de Mayagüez trabajó con planta eléctrica de forma parcial debido a que la subestación eléctrica se averió y había áreas críticas, como el laboratorio, que no tenían energía. La administración del hospital dio de alta a algunos de los 116 pacientes que atendía y trasladó a otros pacientes al hospital privado Bella Vista, localizado en el Cerro de las Mesas.

La única vía de comunicación que tuvieron los ciudadanos del área oeste fueron las emisoras WKJB y WPRA, que se encadenaron y mantuvieron informados a los oyentes sobre lo que acontecía en la zona oeste. La emisora WTIL 1600 se mantuvo al aire retransmitiendo la programación de WAPA Radio que informaba sobre la destrucción de María por la isla, pero no tenía acceso ni contactos en el área oeste.

“La situación es caótica, no nos hemos podido comunicar con la oficina central de San Juan. Estamos trabajando sin comunicación. Se cayeron hasta los sistemas internos de comunicación. María ha sido catastrófico para todos”, reclamaba entonces Alberto Trabal Alicea, director regional de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (Aemead), un día después del huracán.

Las pérdidas en patentes dejadas de devengar en Mayagüez tras el paso de Irma y María fueron estimadas preliminarmente en unos $2 millones, según el alcalde José Guillermo Rodríguez. La cifra no incluía los ingresos del impuesto sobre ventas y usos (IVU).

“Yo viví (el huracán) Georges siendo alcalde, pero la fuerza de este huracán María es algo que no se puede describir”, dijo el alcalde mayagüezano, a menos de 24 horas de que el poderoso ciclón azotara la isla.

En Mayagüez había luz

A pesar de la devastación, a los cuatro días del paso del huracán Mayagüez tenía electricidad en el casco urbano y contaba con dos hospitales totalmente energizados. Una mini red eléctrica independiente permitió que el pueblo se recuperara rápido después de la peor catástrofe en casi 100 años.

El sistema fue diseñado a petición del alcalde de Mayagüez, con la colaboración de la administración municipal, la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y el gobierno central, después de que el huracán Georges dejara el pueblo a oscuras.

A un año de María El municipio de Mayagüez es el único en el país que cuenta con una mini-red eléctrica permanente que permite operar con autonomía durante eventos extremos, según una investigación del Centro de Periodismo Investigativo.

Una planta generadora con gas, situada en la zona portuaria, envía la electricidad por líneas soterradas hasta el casco urbano. Desde esa red de transmisión salen cables conectados a postes que distribuyen energía a casas, comercios y áreas públicas.

Por generar la energía cerca de los puntos de consumo, las líneas de distribución de esta red se reparan más rápido en caso de que un evento extremo las dañe, mientras que las líneas de transmisión soterradas son más difíciles de destruir por los vientos, lo que hace este tipo de sistema idóneo para un escenario de cambio climático, con huracanes más frecuentes e intensos.

Lo dijimos

María confirmó lo que los científicos advirtieron en Mayagüez hace ya cinco años.

“Como no hemos tenido impacto de huracanes fuertes en los últimos años, nos creemos que podemos construir en áreas en las que en el pasado no se construía por sentido común, porque son zonas peligrosas e inundables”, advertía Ruperto Chaparro, director del Programa Sea Grant en la conferencia Mitigación del Cambio Climático, en el Segundo Congreso Iberoamericano de Municipios Verdes, celebrado en Mayagüez en octubre de 2013.

Se estima que en Puerto Rico unas 250 mil personas viven en zonas inundables y en las costas.

Los muertos de María

Once meses le tomó al gobierno de Puerto Rico admitir que la cifra oficial de 64 muertos tras el paso del huracán María era una farsa. Tres estudios después y una demanda para lograr acceso a los datos del Registro Demográfico, desvelaron la realidad que ocultaba el Estado. Los muertos son cerca de 3,000 de acuerdo a un estudio pagado con fondos de aquí y realizado por la Universidad de George Washington.

A un año de María Los investigadores, que cuestionaron la eficacia de las agencias del gobierno para manejar la emergencia concluyeron que al menos 2,975 personas murieron entre septiembre de 2017 y febrero de 2018 en Puerto Rico como consecuencia del huracán María.

Según el estudio, los más pobres y los viejos habían sido las mayores víctimas. Sin embargo, días después de hacer público el estudio, los periodistas del CPI demostraron que los hallazgos volvían a estar equivocados.

En contraste con la percepción generalizada y promovida por el gobierno de que mayormente murieron viejos y personas con condiciones preexistentes, según sus datos, el segmento en el que hubo más muertes durante los tres meses que siguieron al huracán fue el de los jóvenes adultos en edad productiva, de 30 a 44 años.

El aumento porcentual fue desde un 23% hasta un 39%, en comparación con el promedio de los tres años previos. Esto, Las muertes entre los viejos mayores de 70 años, aunque fueron más, como lo son regularmente, incrementaron entre un 8% y un 10%.

Otras causas de muerte que registraron aumentos significativos, de 20% a 45%, fueron neumonitis debido a sólidos y líquidos, hipertensión primaria y enfermedad renal, neumonía e influenza, y enfermedades respiratorias, de alzhéimer y del corazón.

Los suicidios, agrupados bajo una categoría denominada “otras causas”, registraron de forma individual un incremento de un 43.9%.

Otras causas de muerte que registraron aumentos significativos, de 20% a 45%, fueron neumonitis debido a sólidos y líquidos, hipertensión primaria y enfermedad renal, neumonía e influenza, y enfermedades respiratorias, de alzhéimer y del corazón.

Los suicidios, que quedan agrupados bajo una categoría denominada “otras causas”, registraron de forma individual un incremento de un 43.9%.

“A un año del ciclón, el riesgo de que la tragedia se repita es real porque los fallos sistémicos en el acceso a los servicios de salud y en la infraestructura, que provocaron la mayoría de las muertes, no han sido corregidos, dijeron expertos entrevistados y admitió el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló.

El presidente estadounidense Donald Trump se niega a creer que aquí murieron 3.000. El mandatario ha minimizado la magnitud de la catástrofe, ha cuestionado el estimado de muertes y ha insultado a los puertorriqueños y a sus funcionario. “Tres mil personas no murieron en los dos huracanes que azotaron Puerto Rico”, ha dicho reiteradamente quien insiste en que la divulgación de esa cifra es una faena política de los demócratas para desacreditarle.

La diáspora

La diáspora se movilizó desde los Estados Unidos, principalmente, y ayudó a levantar el país.

A un año de María Hoy sabemos que mientras miles de puertorriqueños bebían agua de ríos y manantiales contaminados, millones de botellas de agua se perdían en hangares y en la pista de un aeropuerto, mientras los responsables de articular la ayuda se regodeaban en el aire acondicionado del Centro de Convenciones y en otros centros pagando muy alto los cánones de arrendamiento. Varias organizaciones le han reclamado al gobierno el paradero de miles de suministros que no llegaron a la gente y han advertido a la Fortaleza que irán a los tribunales para determinar el paradero de las ayudas.

Los que se fueron

El país fue testigo de la salida de miles de puertorriqueños hacia los Estados Unidos. A esa otra orilla fueron a parar familias enteras buscando el bienestar de los suyo después del temporal.

Según periódico digital Noticel, pese a que los números generales indican que unos 407, 465 puertorriqueños emigraron tras el huracán y otros 359,813 han regresado, la tendencia en los ciudadanos que deciden irse ha mermado considerablemente luego de que en octubre eran casi 150 mil personas las que salían por mes.

Cifras publicadas por el portal City Lab, indican que poco menos de 100 mil boricuas regresan a Puerto Rico cada mes según datos de enero, febrero y marzo. Al momento, son menos de 50 mil las personas que salen mensualmente de la isla para mudarse.

Un 43% de los que dejaron la isla luego del pasado 20 de septiembre se mudaron a Florida. Le sigue Nueva York, con un 9 por ciento, Texas con otro 7 por ciento y Pensilvania con el 6 por ciento.

Los científicos

Para muchos científicos el cambio climático es innegable. Hace ya tiempo ha sido detectado por oceanógrafos, climatólogos, científicos forestales, biólogos marinos, los pescadores, los agricultores y hasta la gente común.

Informes concluyen que el clima está cambiando y la infraestructura, vida silvestre y ecosistemas son tremendamente vulnerables, lo que provoca un mayor número de inundaciones resultado de lluvias intensas, paulatino agotamiento de los ecosistemas para absorber el CO2 (dióxido de carbono) que acelera los efectos del cambio climático y las temperaturas globales, y la desaparición de zonas costeras debido al aumento del nivel del mar.

A un año de María Qué ha hecho Mayagüez

Consciente de ello, antes de integrase formalmente a la Federación Iberoamericana de Municipios Verdes ya la administración municipal de trabajaba en proyectos de protección medioambiental.

Mayagüez, fue la primera ciudad arbórea de Puerto Rico, hace más de quince años; el ayuntamiento o casa alcaldía utiliza energía solar para su funcionamiento y se han formalizado acuerdos para que el Centro Médico, Dr. Ramón Emeterio Betances y el Estadio Isidoro “Cholo” García utilicen energía solar.

La administración ha trabajado un importante proyecto de control de escorrentías y contaminación de los cuerpos de agua para identificar las fuentes de emisiones contaminantes en las aguas de la ciudad, llamada de las Aguas Puras.

Antes del paso del devastador huracán María, se habían sembrado unos 300 árboles en toda el área urbana de la ciudad; se había fortalecido el programa de reciclaje; se creó la primera Policía Ambiental de Puerto Rico y la conversión a gas de la flota vehicular municipal está en proceso.

Litoral

La celebración de los XXI Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010 permitió que se recuperaran 2.5 kilómetros de costa y se creó el Paseo del Litoral, Shorty Castro, un importante espacio público de intercambio cultural, cuyo diseño, frente a la imponente bahía de Mayagüez se alzó con tres premios en la XIX edición del premio Obras Cemex 2010. El litoral ganó el premio especial del jurado a la obra que reunía los mejores atributos de sustentabilidad y congruencia en accesibilidad.

El cambio climático afecta a todas las regiones del mundo. Sabemos que los casquetes polares se están fundiendo y el nivel del mar está subiendo. En algunas regiones, los fenómenos meteorológicos extremos y las inundaciones son cada vez más frecuentes, y en otras se registran olas de calor y sequías.

Sin embargo, el presidente de los Estados Unidos Donald Trump se resiste, se niega a aceptar la información científica. Desde que asumió la presidencia Trump ha ido desmantelando, mediante órdenes ejecutivas, la política medioambiental más significativa de su antecesor Barack Obama lo que supone abandonar el objetivo de reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera y un daño irreparable al planeta.