El Casino de Mayagüez

El Casino de MayagüezPROLOGAR ESTA OBRA Memorias del Casino de Mayagüez, institución que presidí durante los años 1992 y 1993, me permite colaborar con una pieza literaria de singular e in- calculable valor, puesto que se trata de la divulgación y el ordenamiento de unas remembranzas únicas y valiosas de una gran entidad cívico- cultural y social y al mismo tiempo de una aportación al acervo historiográfico de Mayagüez y de nuestro querido Puerto Rico. Tengamos presente que el Casino de Mayagüez, fundado en 1874, es la institución cívico- cultural y social más antigua de todo el país.

La idea de hacer una publicación sobre la historia del Casino de Mayagüez comienza en tiempos de la presidencia del doctor Pedro Seda Bonilla (1990 y 1991), pero es durante los años de mi presidencia que la idea toma su nombre y el propósito de que fuera un libro por realizarse con excelencia literaria y con esmero tipográfico y edito- rial. Para lograr esos objetivos reclutamos a la conocida historiadora mayagüezana Silvia Aguiló Ramos, al laurea- do literato puertorriqueño Roberto Ramos Perea y a la profesora de arte Yvette Cabrera Vega. Entre todos hemos formado un equipo para lograr estas Memorias del Casino de Mayagüez, una obra, a mi juicio, única en su clase en Puerto Rico. El aspecto económico del proyecto fue atendido exitosamente durante las presidencias del doctor Miguel Rivera Bonilla (1994 y 1995) y del doctor Alfredo Nadal Arrillaga (1996 y 1997), con la ayuda extraordinaria, además, del licenciado Luis Ferrer Dávila, del ingeniero Luis López Aldás y del doctor Rafael Sánchez Caldas.

Dr. Fernando Bayrón ToroA todos estos colaboradores, a los directores y socios del Casino de Mayagüez y a las personas y empresas que aportaron recursos para la realización de la presente obra lo que les ha motivado, más que cualquier fin particular o publicitario, ha sido el deseo de recapitular la historia de esta noble institución para rememorar su brillante pasado y hacerle justicia por su ingente contribución a la vida cívico-cultural y social de la Sultana del Oeste y de Borinquén. El Casino de Mayagüez surge oficialmente como institución social privada el 20 de diciembre de 1874 al amparo del decreto sobre libertad de asociación, convertido en ley por las Cortes españolas el 13 de mayo de 1873. El decreto y la ley respondieron al periodo de cambio más importan- te en toda nuestra relación con España desde el punto de vista de una actitud gubernamental más liberal en medio de los cuatro siglos de colonialismo y absolutismo que prevalecieron sobre Puerto Rico.

El decreto ley sobre libertad de asociación decía así:

Artículo 1: Se concede a los habitantes de esta Provincia el derecho de asociarse para todos los fines de la vida humana que no se opongan a la moral pública.

Artículo 2: A toda asociación cuyos individuos delinquiesen por los medios que la misma le proporciona, se le impondrá la disolución.

Artículo 3: La autoridad gubernativa suspenderá la asociación que delinca, sometiendo los reos al Juez competente.

Artículo 4: Este Superior Gobierno se reserva el derecho de disolver toda asociación cuyo objeto o cuyos medios comprometan la seguridad y tranquilidad de esta provincia.

Artículo 5: Los delitos que se cometan con ocasión de los derechos que se concedan por este Decreto, serán penados por los Tribunales con arreglo a las Leyes comunes.

Artículo 6: Toda asociación autorizada por este Decreto deberá dar cuenta a la Autoridad Gubernativa local de que está constituida.

El Casino de MayagüezHasta la aprobación de la Constitución de Cádiz en 1812, España había gobernado a Puerto Rico sin reconocerle ningún derecho político importante. Incluso, la existen- cia de entidades cívicas o políticas con ideas liberales o reformistas era considerada subversiva y, por tanto, prohibida. Claro está, debemos reconocer que hasta poco tiempo atrás ningún pueblo del mundo disfruta de esos derechos del liberalismo político, que advienen a la humanidad con la Declaración de Independencia y la Constitución de los Estados Unidos, en 1776 y 1787, respectivamente; con la Revolución Francesa, en 1789; y con las ideas de filósofos y pensadores del liberalismo moderno como Locke, Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Condorcet, entre otros.

La Constitución de Cádiz le concede a los puertorriqueños el rango de provincia, una ciudadanía española parcial, sufragio universal masculino, representación en las Cortes Españolas, un sistema judicial y muchos otros derechos de corte liberal. Sin embargo, la monarquía y gran parte del pueblo español no estaban todavía decididamente inclinados hacia la idea del liberalismo político, reconocidas para esa época principalmente en Francia, Inglaterra y los Estados Unidos. De ahí que la Constitución Gaditana, documento que se compara por sus ideas de avanzada con la Constitución de los Estados Unidos, rija en tres breves periodos solamente, de 1812 a 1814, de 1820 a 1823 y de 1836 a 1837, aprobándose en este último año por las Cortes Españolas una nueva constitución que elimina en Puerto Rico y en Cuba el progreso liberal que se había alcanzado bajo la Constitución de Cádiz, al decretar que estas islas se regirían por una ley especial que se aprobaría más adelante. Entonces volvimos a ser un país desprovisto casi totalmente de libertades políticas y, en buena medida, de libertades sociales. Cae Puerto Rico durante toda una generación en un periodo que nuestro más fecundo historiador, don Li- dio Cruz Monclova, ha llamado La Paz Despótica.

Vea en este enlace el texto completo.


* Tomado del libro póstumo del doctor Bayrón Toro “Conferencias y escritos” de una edición limitada con autorización de sus herederos.